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El Ojáncano

El Ojáncano

Había una vez una pastora muy bella. Llevaba a sus vacas a pastar al bosque. Mientras que los animales pastaban, ella miraba el reflejo de su cara en el agua del río; de vez en cuando la movía para verse un "pelín" fea. Cuando el agua se paró vió reflejada detrás de su imagen a un Ojáncano.

(En Cantabria, van comentando que los Ojáncanos tienen tres metros de altura, tienen diez dedos en cada mano y otros diez en cada pié. Tiene un solo ojo en mitad de la frente y se puede convertir en lobo, anciano...)

Cuando la pastora se giró muy lentamente, pensó: ¡Ostras, es un Ojáncano! y salió corriendo. Cuando llegó a su casa se dió cuenta de que no la había seguido. A la mañana siguiente, hizo lo mismo y el resultado fue el mismo. Cuando llegó a su casa se lo contó a su madre y ésta le contestó:

-¡Ay! hija, ten mucho cuidado. Dicen que los Ojáncanos se llevan a las mujeres y las encierran en sus cuevas.

Con el paso del tiempo, ambos se hicieron amigos. Pero un día, el Ojáncano no vió a su amada y se enteró que sus padres se la habían llevado del pueblo por la relación que tenía con él. Se enfadó mucho y desde entonces se volvió malo y odioso, y le salió un pelo blanco en el pecho, que era la muestra de su amor por la bella pastora. SONIA 

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